Patria (Fernando Aramburu)

Patria, de Fernando Aramburu. Opinión

Vivimos en unos tiempos en que desde determinadas instancias políticas o movimientos sociales trata de blanquearse la historia del terrorismo etarra. España es una país desmemoriado, que olvida demasiado pronto. Ya se nos ha olvidado a todos lo que hizo ETA y, realmente, casi nunca le ha importado a nadie quiénes andaban detrás del asunto. Quiénes recogían las nueces. Siempre ha costado decir quiénes fueron los verdaderos responsables, como si estuviera mal. Y aunque el único y sencillo detonante de la violencia era que la sociedad vasca estuvo podrida hasta la médula por el cáncer del nacionalismo, nadie trató de ponerle nunca solución.

Entendiendo eso, uno agradece leer una novela como ésta. No voy a decir lo que todo el mundo sabe -fenómeno superventas-. Patria es un libro excelente, directo, de lectura rápida y capítulos cortos, de lenguaje sencillo, con muchos personajes muy bien definidos, donde nada sobra. Puede que en alguna ocasión tenga algún altibajo y se pase de un capítulo muy intenso a otro que no lo es, pero eso le ocurre a todos los libros. Lo que más me ha gustado es esa claridad diáfana cuando habla de toda la podredumbre intelectual, toda la mentira y toda la maldad que rodea al mundo abertzale: logra describir algo tan triste y escalofriante como pueblos enteros adorando a asesinos sin caer en ningún apasionamiento, como el que describe un paisaje.

Creo que toda la gente que, como decía al principio, trata de blanquear, justificar o entender el mundo del nacionalismo, ignorando la violencia y el racismo que siempre generan, debería leer este libro. Seguramente les ayude a ver adónde conducen estos aldeanismos exaltados fundamentados en la mentira y en el odio.

Leñador (Mike Wilson)

Opinión / Crítica de «Leñador«, de Mike Wilson

Creo que todos nos llevamos de vez en cuando alguna decepción con libros que esperábamos con ansia tener en las manos. Me habían recomendado mucho Leñador, de Mike Wilson. A ti te va a gustar, léelo, con lo que te gusta el campo, etc. A primera vista, Leñador es una muy sugerente obra, que en principio nos habla sobre la vida de los leñadores del Yukón a mediados del siglo XX. No se me ocurre una temática más sugerente. Te imaginas una aventura campestre excepcional, con una ambientación magnífica en aquella remota región, una historia de hogueras, bosques de píceas, osos y hombres rudos. The wilderness. Lo salvaje.

Sin embargo, Leñador no es una novela, ni un relato, sino una especie de recopilación documental. La historia de fondo (la vida del propio autor entre aquellos leñadores) se limita a un puñado de párrafos intercalados entre lo que es el gran peso del libro: explicaciones o redacciones de mero contenido documental sobre cualquier cosa que imaginemos que pudo haber en el campamento. Objetos, animales, costumbres, la aurora boreal, métodos de trabajo, etc. Se nos describe, como definiciones en unos apuntes, desde cómo elaboraban los leñadores la cerveza hasta cómo se afeitaban. Los párrafos «novelados» terminan siendo una excusa forzada para introducir el siguiente objeto que describir.

Si bien a primera vista pudiera ser interesante, el libro se convierte en una enumeración cansina y con bastante relleno. Obviamente tiene interés la descripción minuciosa del oficio de leñador, pero cuando pasas decenas y decenas de páginas y ves cómo el libro se consume en minucias, se convierte en una obra pesada. Por ejemplo, se llega al extremo de describirnos cómo hay que afeitarse, incluso la posición de los dedos sobre la navaja de afeitar, o qué es y para qué sirve un martillo normal y corriente. Para ésto teníamos antes la enciclopedias, hoy Google o la Wikipedia.

No me gusta hacer malas críticas. Simplemente, Leñador me ha dejado la sensación de ser una muy buena oportunidad desaprovechada.

Tiempo de silencio

Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos. Crítica. Opinión

Tengo que empezar esta reseña comentando que puedo calificarme orgullosamente como lector. Como lector veterano, incluso. Llevo toda la vida leyendo, creo que una media de cuarenta o cincuenta libros al año. He leído clásicos e incunables, novelas generalistas e incontables libros menores. Libros sencillos y libros complejos. Leo contemporánea, histórica, de aventuras, bélica, nature writing, dramas rurales, divulgación y ensayos sobre diversos temas. Termino un libro y empiezo otro. Entro en una librería y me olvido de comer. Siempre llevo un libro encima. Me gustan los libros exigentes, que requieren madurez y experiencia como lector. Puedo presumir de tener una buena biblioteca. Creo que la literatura no es únicamente entretenimiento, sino que todo buen libro, todo buen autor, busca su propia reflexión acerca de la condición humana: por eso un libro es cultura, algo más que un simple medio de expresión.

Sólo había dejado a medias un libro en toda mi vida como lector. Hoy he dejado el segundo, que ha sido Tiempo de silencio (1961), de Luis Martín-Santos, considerado como una de las novelas más importantes de la literatura española del siglo XX y una obra maestra contemporánea de gran resonancia crítica. El rasgo principal por el que críticas y reseñas ensalzan esta obra no es por su trama sino por su estilo, su esfuerzo por alcanzar una «renovación estilística» frente al costumbrismo imperante. El libro -hasta donde he llegado- es sin duda un espectáculo creativo, un despliegue de recursos como aliteraciones, subordinaciones o polisíndeton y demuestra un magistral, envidiable dominio del vocabulario castellano.

Pero no, no funciona. Creo que Tiempo de silencio, si bien en lo creativo es una obra incomparable, como libro no es un placer sino un castigo. Está claro que es un libro exigente, no puedes ser un lector pasivo, pero en mi opinión no es que sea difícil de leer: su problema radica en que tenemos una trama que no dice nada, no atrapa, no interesa, no intriga, expuesta mediante una excesiva y caótica complejidad del lenguaje. Esa «renovación estilística» resulta ser, en la práctica, tan innecesaria y cansina que consigue que la lectura no sea lectura sino un esfuerzo aburrido que no lleva a ninguna parte. Lo digo como lector y como escritor. Una historia tan plana no puede sostener una novela experimental.

El hecho de ser exigente no hace bueno a un libro. Conseguir que un párrafo pase de ser una agradable obra de arte o un sencillo elemento descriptivo a ser un embrollo ilegible no está justificado. Alegorías y metáforas deben ser un medio, no un fin, y quizás ese es el principal fallo de Tiempo de silencio: no es una historia sino una excusa creativa. Sé que estoy blasfemando, pero ya está bien de que libros intragables dominen el panorama literario. Basta de académicos que nos dicen qué debe leer un lector maduro. Basta de no atreverse a decir oiga, ésto es infumable, una penitencia. Y basta de que te consideren mal lector por no gustarte cualquier tostón clásico. Tiempo de silencio es uno de esos libros excesivos, mitificados, recomendados hasta la saciedad y elevados a las alturas por críticos y lectores que, estoy convencido, realmente no han entendido ni papa.

Ruedas de fortuna (H.G. Wells)

Cr´tica – Opinión – Ruedas de fortuna, H.G. Wells – Menguantes

Unos amigos me regalaron este pequeño libro con ocasión de mi último cumpleaños. Desde el primer momento de sorprendió la calidad excepcional de esta edición: un impactante color rosa para la portada, con detalles y textos en blanco y azul y papel ahuesado de la más alta gama. Desprende suavidad y buen hacer. Incluye un buen prólogo, fotografías y mapas interiores. Sé que quizás no tiene mucho sentido dedicar un párrafo a la edición en sí, pero es que es algo primoroso: un libro que da gusto tener en la estantería, una pequeña obra de arte.

La historia en sí es muy sencilla: narra cómo un joven comerciante de telas se compra una bicicleta y aprovecha sus breves vacaciones anuales para viajar con ella por el sur de Inglaterra. Conoce a una chica, a un inofensivo villano y a los típicos personajes de la campiña inglesa. Las situaciones y aventuras son algo inocentes, poco trepidantes, con un sentido del humor y un estilo muy «inglés decimonónico». Que nadie espere un libro emocionante del cual no se puede despegar. Es un libro tranquilo, en una edición deliciosa, para leer sentado en el parque habiéndote bajado un termo con té y el perro sentado a tu lado.

Enterrad mi corazón en Wounded Knee (Dee Brown)

Enterrad mi corazón en Wounded Knee – Crítica – Opinión

Me costó bastante trabajo conseguir una edición del mítico libro Enterrad mi corazón en Wounded Knee. Lo había conocido a través de referencias bibliográficas en ensayos históricos y, en realidad, no sabía a qué tipo de libro me enfrentaba: ¿una novela? ¿Otro ensayo? Se hablaba de él como una obra cumbre sobre el Oeste americano y el exterminio de sus habitantes originales, los pieles rojas. Conseguí un ejemplar con más de cincuenta años -ah, ese fragante papel amarillo- y me adentré en él.

Enterrad mi corazón en Wounded Knee no es una novela ni una obra de divulgación. Es una recopilación documental muy precisa sobre la tragedia de los indios americanos. Se describe con todo rigor el proceso recurrente de pactos y asentamiento de los hombres blancos en los territorios indios y la posterior ruptura de acuerdos y destrucción implacable de poblados. Siempre fue el mismo proceso: no me extraña que la tragedia de los indios persiguiera al autor como algo vergonzante y sintiera el deber de divulgarlo, sin orgullo patrio ni leches. De manera incuestionable, el trato al indio americano por parte de los Estados Unidos consistió en una permanente campaña de engaño, persecución y acoso hasta lograr la aniquilación completa o marginación absolutas de todos estos pueblos. Las descripciones -frecuentes- de los valientes ataques de los chaquetas azules contra poblados de tipis habitados por mujeres, ancianos y niños, son demoledoras.

Apaches, cheyennes, sioux, nez percés, Enterrad mi corazón analiza con una precisión magnífica todas las vicisitudes que atravesaron estos pueblos, con sólidos testimonios proporcionados por los propios jefes indios y los pocos americanos que sentían algo de remordimiento por lo que estaba pasando. Es un libro que, sin caer en el mito del buen salvaje, pone en su sitio la crueldad, egoísmo y rapiña que caracterizaron a los pueblos anglosajones aun tan avanzado el siglo XIX.

Leyendas de otoño (Jim Harrison)

Opinión de Leyendas de otoño, de Jim Harrison

La narrativa norteamericana -la búsqueda de la «gran novela americana»- ha gozado durante el último siglo y medio de gran fecundidad y ha alumbrado a verdaderos gigantes de la literatura, como Faulkner, Hemingway, Scott Fitzgerald, London o mi apreciado McCarthy. Esta literatura siempre ha buscado la crítica hacia el modo de vida americano y el relato de las bajas pasiones humanas. Sin embargo, yo siempre busco en estos autores estadounidenses narraciones sobre la «conquista» del Oeste, historias sobre tramperos antes de la llegada de los colonos, buscadores de oro, asentamientos remotos y conflictos con los indios. Sí, aventuras, pero aventuras con un fondo de humanidad y un relato de naturaleza salvaje. Como naturalista y amante de los paisajes del norte, leo constantemente obras como El trampero, Bajo cielos inmensos, La quimera del oro, Todos los hermosos caballos o Meridiano de sangre.

Pensaba que con Leyendas de otoño, además en edición de Errata Naturae, iba a encontrar este estilo narrativo, de hogueras en claros de pinos, caballos, montañas y pólvora, pero no fue así. La obra no es una novela en sí misma sino que, como sugiere su nombre, son tres novelas cortas: Venganza, una moderna relación tempestuosa entre un hombre y la mujer de su amigo narco; El hombre que olvidó su nombre, un relato urbano sobre un tipo que se encuentra a sí mismo ya en su madurez; y Leyendas de otoño, una historia ambientada en Montana y donde tal vez sí podemos encontrar esa narrativa norteamericana que muchos buscamos.

Tengo que decir que el ritmo de las narraciones, su estilo y la complejidad y fuerza de la mayoría de los personajes es magistral, y que como escritor sólo podría desear llegar a escribir algún día tan bien como Jim Harrison. De hecho, aunque la trama no te resulte interesante, el mismo placer de la lectura, la precisión y adecuación de todas las palabras y frases, su paladeo, hace que te bebas el libro.

En este punto y para terminar el artículo -y por criticar algo- sólo quiero puntualizar que el protagonista de Leyendas de otoño, Tristan, reconocido como uno de los caracteres más potentes en la obra de Harrison, tiene una carga que no es infrecuente en la literatura: el personaje central al que le ocurren todas las desgracias posibles, de quien todos están pendientes y en torno al cual parece girar cansinamente el mundo, algo así como un Túrin Turambar (ya quisiera Tristan, desde luego) o más exactamente como el insoportable imbécil de Sean Courteney, protagonista de la saga escrita por Wilbur Smith.

Obviamente, todas estas percepciones no son más que una reflexión personal que hace un lector veterano que, como todos, tiene sus querencias y sus rechazos. Si alguien llegase aquí buscando recomendación sobre Leyendas de otoño, ¿lo recomiendo? Desde luego que sí.

El secreto de la porcelana (Emilio Calderón)

Crítica / Opinión de El secreto de la Porcelana, de Emilio Calderón

Breve y agradable novela de lectura rápida, bien escrita, que nos lleva a la China de los albores del siglo XVIII. El secreto de la porcelana cuenta la historia de un comerciante español que se ve obligado a adentrarse en las profundidades de China para intentar obtener el secreto de la fabricación de la porcelana, por entonces un arcano muy bien guardado por los emperadores.

Leyendo críticas y opiniones en internet he observado que de esta breve novela suele decirse que es insustancial. Es cierto que gustará a esos lectores que no gustan de largas y profundas descripciones; también es cierto que hay mucho crítico de teclado, azotito y displicente. Si bien comparto la idea de que la novela hubiera podido ser algo más larga, dado que la idea es muy buena y se le hubiera podido sacar más partido, y personalmente prefiero las descripciones más detalladas, se trata de un libro que lleva detrás un intenso esfuerzo de documentación -y conocimientos- que creo no se sabe apreciar. En él se habla tanto del proceso independentista en Filipinas como de la aberración de los pies de loto, de la fabricación de la porcelana y de la alquimia en Europa, así como de la cultura China de entonces a lo largo de toda la obra.

Esta breve historia nos habla de renuncia y de esfuerzos mal pagados. Por otro lado, El secreto de la porcelana está cargado de proverbios y sentencias orientales, no gratuitos sino bien introducidos en el texto, que ayudan a la propia ambientación asiática y que, entre otros muchos detalles, recalcan el esfuerzo del autor para trabajar la novela. Un libro honesto, muy recomendable: conozco multitud de «obras maestras» que no están a su mismo nivel literario, y ya no digamos best sellers.

Me lo contaron y lo olvidé. Lo vi y lo entendí. Lo hice y lo aprendí.

Culminación de Montoya (Luis Gasulla)

Crítica de Culminación de Montoya, de Luis Gasulla

Otra pequeña joya que me he agenciado, nueva, en una librería de viejo por un par de euros. Culminación de Montoya, Premio Eugenio Nadal de 1974, es uno de esos libros que profundizan en el antihéroe, un protagonista perseguido por la fatalidad y la desgracia que no puede soportar su propia existencia y decide emprender un viaje terminal -no iniciático- huyendo de sí mismo. Temas: esta novela es una especie de «tragedia griega» a la contemporánea, que nos habla de culpa, resentimiento y autoflagelación a través de la inmersión en el alcohol y las mujeres, pero también de sacrificio personal y redención.

Se trata de un libro con una narrativa muy cuidada, un vocabulario bien escogido y un estilo culto que convierten su lectura en un placer. Tal vez lo más fascinante sea el mismo del viaje que los personajes emprenden hacia la Patagonia, con la descripción de paisajes salvajes, pueblos inmersos en la desolación y la brutal realidad de los peones madereros, sumidos en la brutalidad, la explotación y una vida bizarra, que recuerda al drama de los caucheros. Más allá del tema «trágico» y lo bien escrito que está, la misma historia de los personajes en estos ambientes de abuso es lo que hace interesante al libro.

A pesar de que se trata de un libro espléndido, parece que Gasulla es uno de esos autores olvidados y con escaso recorrido, supongo que no por su deseo. Un escritor -con mayúsculas- capaz de convertir las palabras en arte. Sin duda se trata de una de esas obras que todo buen lector no debería dejar escapar.

Un cielo difícilmente azul (Alfonso Grosso)

Opiniones de «Un cielo difícilmente azul» / Drama rural / Novela

El drama rural es uno de mis géneros predilectos, hasta el punto de que yo mismo he publicado una novela en esta línea (La sierra distante, Letrame 2018). Siempre lo busco en las librerías. A mi juicio, lo más característico de los dramas rurales no es que la acción se desarrolle en el campo, en pueblos o regiones despobladas, sino que los autores optan por mostrar de una manera descarnada las miserias humanas, anhelos secretos, pasiones primarias, reacciones violentas o vehementes que, en nuestros tiempos y en nuestras vidas urbanas, nos pueden parecer difíciles de creer; todo ello en el escenario fascinante de la España de antes.

Un cielo difícilmente azul (1961), de Alfonso Grosso, es un perfecto exponente de este género tan apasionante como poco apreciado. Lo compré por tres euros en el kiosko de la Plaza de Santa Bárbara, junto al metro de Alonso Martínez, atraído inicialmente por su sencilla y bella portada, suave, y sus páginas amarillas impresas en 1972: ¡cincuenta años ya! ¿Cómo no iba a llevármelo por tres euros? Investigando más tarde, resulta que se trata de una de esas joyas casi inencontrables, de las que apenas existen críticas u opiniones.

La historia, ambientada en los años sesenta, nos lleva de la mano de unos camioneros a una zona remota del norte de Cáceres, donde las pasiones entre los aldeanos están a flor de piel. El libro, maravillosamente escrito, es delicioso: conocemos el interior de una casa-cuartel de la Guardia Civil de entonces, asistimos a chanzas en las tabernas, se nos describen diversos oficios y hacemos un breve pero bizarro viaje a las alquerías de Las Hurdes -cuando aún eran tales-, hasta llegar a la culminación del drama que guía la novela. El final, triste y duro, queda abierto: lo que termina ocurriendo a cada personaje queda en el aire, genialmente a juicio del lector.

Un cielo difícilmente azul no puede faltar en una biblioteca donde ya se encuentren La familia de Pascual Duarte, Los santos inocentes, Las ratas, El cacique, Intemperie o La aldea perdida.

Sin novedad en el frente (Erich Maria Remarque)

Opinión de Sin novedad en el frente / E.M. Remarque / Crítica

El hombre tiende a categorizarlo todo. Todas las causas, todas las creencias, ideas y opiniones han sido siempre empleadas para etiquetar a las personas y para distanciarlas más allá de lo natural. El antibelicismo ha sido una de esas ideas peregrinas -por lo utópico- que desde siempre han sido manipulados por la propaganda política. Sin bien en nuestros días, al menos en los países occidentales, vivimos en gran medida sin la influencia del estamento militar y vemos las guerras como algo distante en el tiempo y el espacio, no siempre ha sido así. Hasta ayer mismo, la guerra ha sido una circunstancia constante y dramática en todas las sociedades.

Sin novedad en el frente es un clásico que anula por completo la concepción romántica de la guerra a través de las vivencias de un soldado alemán durante la Primera Guerra Mundial. Se trata de una lectura triste y desgarradora, donde el combate no tiene nada de emocionante o heroico. No debemos olvidar que su dureza radica en que se trata de un testimonio. Sin recrearse en escenas truculentas, E.M. Remarque describe con frialdad las heridas y los cadáveres, la realidad terrorífica de las armas -gases, metralla, lanzallamas, artillería-, la destrucción psicológica de los jóvenes y la inutilidad del sacrificio de cientos de millones de vidas.

He releído recientemente este libro recordando el profundo impacto que me causó su primera lectura. Entre otras cosas, te abre las ojos ante la suerte que tienen nuestras generaciones por haber vivido en esta época. Dentro de mi biblioteca «bélica» ocupa un puesto de honor junto a Diario de un marine, Senderos de gloria o Tempestades de acero. Creo que nadie que se considere pacifista o antibelicista puede hacerlo con autoridad sin haber leído obras como Sin novedad en el frente, de la misma manera que nadie que guste del tema bélico puede tener una concepción clara de lo que es la guerra sin este libro.